La gratitud debe ser parte esencial en la vida de todo creyente, parte de su estilo de vida. Mostrándose agradecido con Dios y con los personas que nos han bendecido. El mismo Dios, según Hebreos 6:10, nos dice que Dios es no es injusto al olvidar a aquellos que le aman y le sirven.
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La definición de agradecer nos muestra palabras como sentir o mostrar gratitud por un favor recibido, reconocer, corresponder, gratificar, retribuir, dar gracias. Entre sus antónimos se encuentran: desagradecer, olvidar.
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La Palabra de Dios en 2 Timoteo 3:2, nos muestra la ingratitud como una de las conductas de las personas en los últimos tiempos, tiempos peligrosos. No debemos pues, caer en esta actitud que lo que hace es cerrarnos puertas de bendición tanto espiritual como material.
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La gratitud debe estar presente aún en los momentos difíciles. Durante estos tiempos, aunque haya lágrimas, ausencias y carencias, debemos mostrar gratitud, ya que siempre Dios nos está bendiciendo. (Ejemplo: te da el aire que respiras). Nuestra gratitud no puede ni debe estar condicionada a lo que Dios nos da o no nos da, ni a las circunstancias, ni a nuestros sentimientos.
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La ingratitud es una enfermedad del alma. Entre sus síntomas se encuentran: las quejas, críticas y murmuraciones, egoísmo, falta de empatía y amor al prójimo, falta de generosidad, entre otros. La raíz de la ingratitud es el orgullo, llega un punto en que podemos creer que todo merecemos, que nos hemos ganado con esfuerzo y trabajo lo que tenemos, que por nuestra condición de necesidad la gente tiene el deber de ayudarnos. Símplemente nos olvidamos que todo lo que tenemos es por GRACIA de Dios. El mismo Jesús oró y dio gracias a Su Padre.
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Sea agradecido con Dios, sírvale y sea fiel! Con las personas que lo han ayudado, mostrando gratitud y retribuyendo en la medida de sus posibilidades.
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La gratitud abre puertas y da el favor de Dios.
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Dios te bendiga!
